Vivir sólo cuesta vida.

29 de marzo de 2010

Manifiesto incomún.


A veces me pregunto porque actúo de ciertas formas cuando estas cerca mío; ¡si yo no quiero hacerlo! si yo no soy así. A su vez me pregunto porque hago ciertas cosas para encontrarme con vos a cualquier hora de la mañana, si (quizá) no tengo nada para decirte. Pero lo que más me pregunto es qué es eso que pasa por dentro mío cuando me hablas, que me corta la respiración, me hace temblar la voz y me impide razonar.
A veces me imagino que estoy a tu lado. No es real, pero es hermoso. Poder mirar tus ojos, poder rozar tu piel, poder besar tus labios. Poder susurrarte nuestro secreto al oído, quedarnos mudos del cariño, ciegos del querer y locos del amor. Contemplarnos, sin decir palabras, hablando con caricias.
A veces creo que no eres imposible, investigo situaciones y balanceo consecuencias. Comienzo a inventar un gran mundo de fantasías imperfecto, en el que todo puede suceder y los peores errores se pueden perdonar. Pero aun así tenemos problemas por fallos mal reglamentados. ¿A caso tan grande es la diferencia?
A veces me doy cuenta de lo duro que es saber que jamás estarás a mi lado, que solo veré tu mirada desde una perspectiva, que se desarma con los días, y se destruye con el tiempo. Malditas jerarquías que imponen esos niveles, y evidencian mi inferioridad frente a ti.
A veces te odio, a veces te amo. A veces, si no tengo que hacer, me dedico a pensar en ti y planear nuestra vida de fantasías que, probablemente, nunca resulte.
A veces, quince años es mucho tiempo.